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FICHA TÉCNICA DE CHUMS

  • Nombre: Chums OF

  • Título: El Guardian de la Muralla

  • Edad: 24 años

  • Altura: 1.88 m

  • Peso: 84 kg

  • Origen: Refugio del Sol

  • Ocupación: Guardian de la Muralla

  • Raza: Humano con Fuerza sobre Humana.

  • Arma Principal: Lanza

  • Personalidad: Determinado, estratégico, protector, con un fuerte sentido del deber.

Eterno GuardiƔnChumsOF
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HISTORIA CHUMS

Capítulo 1 - Los primeros rayos del sol (1-2 años)

El Refugio del Sol despertaba cada mañana con un brillo dorado que bañaba sus torres y murallas. Entre los pasillos del hogar, la risa de un niño pequeño resonaba con la calidez de la luz que se filtraba por los vitrales.

Chums gateaba por el patio de la residencia de los guardianes, mientras su madre, Alice, lo observaba desde un banco de mármol.

—¡Chums! ¡Ten cuidado con esas piedras! —llamó Alice, sonriendo mientras lo levantaba con suavidad—. Eres rápido como un rayo.

Su padre, Hadam, regresaba de patrullar la Muralla, con la armadura aún cubierta de polvo de combate. Al verlo, Chums estiró los brazos, emitiendo su primer grito de alegría que llenó el aire.

—¡Papá! —exclamó con su voz temblorosa, mientras Hadam se agachaba para tomarlo en brazos.

—Mi pequeño guardián —dijo Hadam, abrazándolo—. Algún día, protegerás estas murallas como yo.

Desde esos primeros años, Chums mostró curiosidad por todo lo que rodeaba la vida de los guardianes: el brillo del acero, el rugido de las catapultas, los pasos solemnes de los soldados.

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Capítulo 2 - El pequeño aprendiz (3-4 años)

Chums ya caminaba, y su energía era imposible de contener. En el patio del Refugio, jugaba con pequeños bloques de madera que imitaban las torres y murallas.

—¡Mira, mamá! ¡Construí nuestra muralla! —gritaba mientras Alice lo miraba con orgullo.

Hadam observaba desde la distancia, sosteniendo su espada.

—¿Sabes lo que es esto, Chums? —preguntó, señalando la espada—. Es la que usamos para proteger el Refugio.

El niño la tomó con torpeza y la levantó, causando que Hadam sonriera.

—No, no así. Debes sostenerla con fuerza, pero con control —enseñó Hadam pacientemente, corrigiendo la posición de las manos de su hijo—. La fuerza sin control solo trae daño.

Chums imitó cada movimiento con determinación, mientras Alice susurraba:

—Mi pequeño guardián…

En ese momento, Chums entendió que su camino estaba marcado: quería ser como su padre, fuerte y protector.

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Capítulo 3 - Primeros amigos peludos (5 años)

Chums había desarrollado un amor profundo por los animales. Un día encontró un pequeño ave herida en los jardines del Refugio.

—¡Mira, papá! ¡Está herida! —exclamó—. ¿Podemos ayudarla?

Hadam se arrodilló junto a él, observando la pequeña criatura.

—Sí… debemos protegerla —dijo con voz grave pero cálida—. Recuerda, proteger no es solo pelear, también es cuidar.

Chums, con la ayuda de Alice, construyó un pequeño refugio para el ave en el jardín. Durante semanas, lo cuidó, alimentó y observó cómo recuperaba la fuerza.

—Has hecho un buen trabajo, Chums —dijo Alice, acariciando su cabello—. Así como proteges a los animales, algún día protegerás a nuestra gente.

Ese momento fortaleció en él la empatía y la responsabilidad, dos pilares que marcarían toda su vida.

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Capítulo 4 - El joven prodigio (6-7 años)

Chums ya no era un niño común. Durante los entrenamientos en el patio, sus movimientos eran precisos, rápidos y coordinados, superando a muchos adolescentes de la Guardia en agilidad y reflejos.

—¡Chums! —lo llamó Hadam mientras lo observaba en un duelo de práctica con espadas de madera—. ¿Cómo logras moverte así? Apenas tienes siete años.

—Papá… solo imito tus movimientos —respondió Chums, con una sonrisa decidida—. Y luego los hago míos.

Hadam suspiró, entre orgullo y preocupación:

—Eres un prodigio, hijo… pero recuerda, la fuerza sin control es peligrosa.

Alice, desde la torre, observaba cómo Chums esquivaba y atacaba con movimientos que parecían casi coreografiados, mientras los demás niños de la Guardia apenas podían seguir su ritmo.

Chums sentía en su corazón un fuego que lo impulsaba a superarse constantemente. No quería ser solo fuerte, quería ser el mejor defensor del Refugio, como su padre.

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Capítulo 5 - La chispa de los Guardianes (8 años)

Una tarde, mientras entrenaba bajo la supervisión de Hadam, Chums sintió algo extraño. Su espada de madera comenzó a brillar tenuemente con un resplandor dorado.

—Papá… ¿qué está pasando? —preguntó, con los ojos abiertos de asombro.

Hadam lo miró con gravedad y orgullo:

—Eso, hijo mío… es la primera Fase del Poder de los Guardianes. Eres más que un aprendiz, Chums. Ese poder corre por tu sangre.

Chums cerró los ojos, concentrándose, y por primera vez pudo sentir el flujo de energía que recorría cada fibra de su cuerpo. Su fuerza, velocidad y reflejos se multiplicaron, y un aura ligera dorada lo rodeó por un instante.

—Increíble… —susurró Alice, emocionada—. Eres… el futuro de este Refugio.

Desde ese día, Chums ya no era un niño cualquiera: era un joven Guardian con habilidades que sobrepasaban a los veteranos de la Muralla.

 

Capítulo 6 - La tragedia y la promesa (10 años)

Una alarma sonó a la medianoche. Un grupo de invasores había atacado la Muralla. Hadam, vestido con su armadura, se preparaba para defender el Refugio.

Chums se levantó del lecho, corriendo hacia él:

—¡Papá, déjame ir contigo! ¡Puedo ayudar!

Hadam lo abrazó con fuerza:

—Eres valiente, hijo… pero no puedo permitir que corras ese riesgo… no todavía.

Chums miró cómo su padre subía a la Muralla. Horas después, una explosión sacudió el Refugio y el silencio se apoderó del aire. Cuando Chums llegó a la Muralla, Hadam yacía sin vida, su espada rota a su lado.

—Papá… —susurró Chums, cayendo de rodillas, mientras lágrimas mezcladas con lluvia corrían por su rostro—. Te prometo… protegeré el Refugio… ¡como tú lo hiciste!

Ese día, Chums decidió ofrecerse como voluntario en la Guardia del Refugio. Su entrenamiento se volvió más intenso, movido por la promesa de honrar a su padre.

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Capítulo 7 - El ascenso de un joven protector (11-18 años)

Chums entrenaba sin descanso. Su habilidad en combate crecía exponencialmente, y su comprensión estratégica era excepcional para su edad. Se convirtió en un ejemplo para todos los jóvenes voluntarios y veteranos por igual.

—Chums… tu progreso es extraordinario —dijo un capitán veterano—. Nadie había dominado la espada y la Muralla como tú a esta edad.

Chums sonreía, concentrado, recordando la voz de Hadam en cada movimiento: “La verdadera fuerza está en el corazón…”

Durante estos años, Chums participó en patrullas, misiones de entrenamiento y defensa del Refugio. Su reputación creció, y todos sabían que era un joven Guardian fuera de lo común, con habilidades que rivalizaban incluso con los más experimentados de la Guardia.

 

Capítulo 8Protector de la Muralla y Jefe de la Guardia (19 años)

El día de su mayoría de edad, el rey Arkhen convocó a Chums a la Gran Sala del Refugio.

—Chums —dijo el rey, con voz solemne—. Has entrenado, luchado y protegido este Refugio desde la muerte de tu padre. Hoy, te nombro Protector de la Muralla y Jefe de la Guardia.

Chums se inclinó, con el corazón latiendo a mil por hora:

—Acepto el honor, mi rey. Prometo proteger el Refugio del Sol con toda mi fuerza y mi corazón.

Alice lloraba en silencio, orgullosa de su hijo. Chums sabía que la sombra de su padre siempre lo acompañaría, pero ahora su destino estaba marcado: el niño prodigio que amaba los animales, las armas y la protección se había convertido en leyenda del Refugio del Sol.

Capítulo 9 - Zaira

Narrador (voz interna de Chums):

El Refugio del Sol no era hogar.
Era rutina.
Era entrenamiento.
Era silencio.

Los Guardianes hablaban poco, y cuando lo hacían, lo hacían como si cada palabra costara energía vital.
A veces pensaba que me estaba volviendo uno de ellos.
Una máquina.

Y entonces…
En medio de una tormenta etérica, la conocí.

No en un evento dramático.
No en medio de fuego y gloria.
Solo estaba reparando una torreta solar, como siempre.
Con las manos desnudas, el metal hirviendo bajo mis dedos.
No por valentía… sino porque dolía menos que mis recuerdos.

Y sentí una mirada.
No de juicio.
No de miedo.
Una mirada que… analizaba.

Giré la cabeza.
Allí, desde el balcón de los Archivos Vivos, alguien me observaba.

Cabello color vino, gesto inquisitivo, y un brazalete que parecía respirar.

“¿Quién eres?”, pensé.
Pero no lo pregunté.
No aún.

Esa noche, la encontré otra vez.
O tal vez fue ella quien me encontró a mí.

En la sala de observación, mientras el cielo rugía con auroras solares, ella apareció entre sombras.
Caminaba como si tuviera el universo mapeado en la mente.

Chums:
—¿Vienes a ver las tormentas solares?

Zaira (sin titubear):
—Vengo a escuchar los datos que gritan sin hablar.

Sonreí. No pude evitarlo.

Chums:
—Típico de los de tu torre. Todo lo convierten en números.

Zaira (alzando la ceja):
—¿Y tú? ¿Lo conviertes todo en músculo?

Ese sarcasmo…
Era distinto al de los entrenadores.
No buscaba humillar. Buscaba retar.

Chums:
—No. Lo convierto en propósito.

Zaira:
—¿Y cuál es el tuyo?

La pregunta me detuvo.
No por compleja.
Sino porque era la primera vez que alguien quería saberlo.

Chums (tras una pausa):
—No dejar que nadie sufra como yo sufrí.

Ella bajó la mirada.
Y con un susurro apenas audible, respondió:

Zaira:
—Entonces ya tenemos algo en común.

Narrador:

Así empezó todo.
No con una batalla.
Sino con una convergencia.

Mientras otros veían en mí fuerza, ella vio trauma disfrazado de disciplina.
Y yo, que nunca confié en los sabios de bata blanca… comencé a confiar en ella.

Zaira no hablaba mucho de su pasado.
Pero sus ojos…
Sus ojos hablaban todo el tiempo.

Trabajábamos juntos.
Chocábamos.
Debatíamos.
Y luego…
Reíamos.

Cuando desarrolló el segundo núcleo emocional del brazalete, fui yo quien la escoltó.
Cuando enfrentamos al Espectro del Silencio, ella reconstruyó mi pecho antes de que mi corazón dejara de latir.

Era ciencia.
Pero para mí…
Era magia.

Una noche, bajo la aurora espectral:

Chums (sin rodeos):
—¿Qué somos tú y yo?

Ella me miró como si la pregunta ya hubiera sido respondida mil veces en su mente.

Zaira:
—Teoría y práctica.
—Razón y causa.
—Somos… inevitables.

Extendí mi mano.

Chums:
—¿Y si el mundo se rompe?

Zaira (tomando mis dedos):
—Entonces, lo reconstruimos juntos.

Narrador:

Amar a Zaira no fue una decisión.
Fue un descubrimiento.
Como hallar una fórmula antigua y comprender que tú eras la variable faltante.

Ella me enseñó que no todo se protege con escudos.
Que hay batallas que se ganan con ternura, con inteligencia, con palabras que no necesitan ser gritadas.

Y Budry…

Ese pequeño lleno de furia y miedo…
Se aferró a ella como un satélite a una estrella.
No como cuñada.
Como madre.

Ella lo entendió de inmediato.
Y lo abrazó como solo una científica que también conoce el amor… puede hacerlo.

Zaira (a Budry, una noche):
—Cuando me mires, Budry… recuerda que hasta en los lugares más fríos… la ciencia también puede ser abrigo.

Narrador (voz interna de Chums):

No necesito fotos de boda.
Ni títulos.
Ni testigos.

Ella fue mi constante.

Pero el tiempo…
El tiempo comenzó a oxidarse.

Y yo… no estaba listo para perderla.

Capítulo 10 - La boda

La Catedral del Refugio del Sol jamás había brillado tanto. Chums, parado frente a las puertas, sentía cómo cada piedra, cada viga dorada, cada fragmento de cuarzo parecía observarlo. No era solo un edificio; era un testigo vivo del momento que cambiaría su vida.

Los rayos solares atravesaban los vitrales y dibujaban figuras danzantes sobre el suelo. Esa luz no solo iluminaba; parecía bendecirlo a él, reconocer que él y Zaira estaban a punto de unir sus destinos. Su corazón latía con fuerza, un tambor antiguo resonando en su pecho.

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1. La llegada de los honorables

Cuando las grandes puertas se abrieron para recibir al Rey Arkhen, Chums no pudo evitar que su mirada se fijara en la majestuosidad del monarca. Cada paso del rey parecía marcar el ritmo del destino mismo. A su lado, la Princesa Tahiana caminaba con la serenidad de quien sabe que está presenciando algo sagrado.

Chums respiró hondo. Su mente intentaba concentrarse en la ceremonia, pero la tensión era palpable: hoy no habría campo de batalla, pero los nervios lo atacaban igual. Los Guardianes entraron tras los reyes, armaduras relucientes y movimientos perfectos. Chums sintió un escalofrío: incluso la luz parecía reconocer la importancia del momento.

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1.2 Amigos y familia

Budry llegó primero, nervioso y torpe con su túnica blanca. Chums sonrió ligeramente; la timidez del amigo contrastaba con su habitual valentía. Rongo, con su porte felino, lo seguía, vigilante y silencioso, como un guardián ancestral.

Luego vinieron Sky, Cannorth, Ikaru… y finalmente Alice, su madre. Al verlo, los ojos de Alice se llenaron de lágrimas.

—Mi hijo… —sollozó—. Nunca pensé verlo tan feliz… tan pleno.

Chums tragó saliva, conmovido.
—Estoy bien, mamá —susurró, intentando mantener la compostura.
—Sí, claro —dijo Alice entre lágrimas, apretando su mano.

Rongo maulló suavemente, y Chums sonrió. Incluso el felino parecía compartir su orgullo.

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1.3 Frente al altar

Chums se posicionó frente al altar, respirando hondo. Nunca había sentido un miedo tan puro, ni en batallas, ni enfrentando espectros. Sky se inclinó hacia él.

—Respira. No es un demonio errante. Es Zaira.

—Sí —dijo Chums, intentando sonreír—. Y eso me asusta más.

Cannorth soltó una risa baja.
—En eso tiene razón.

Pero cuando levantó la vista hacia los vitrales altos, lo vio: la silueta negra. Alta, inmóvil, sin rostro. Solo observándolo a él. Chums sintió un escalofrío recorrerle la espalda y, sin querer, alzó la mano hacia su arma… que no estaba allí. La figura desapareció.

—¿Percibiste algo? —preguntó Ikaru, atento.
—…Nada —mintió Chums—. Después lo hablamos.

Su corazón seguía acelerado, pero sabía que debía concentrarse en Zaira. Hoy era su día.

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1.4 Zaira y la luz

Las puertas se abrieron de nuevo y Chums contuvo la respiración. La luz que la rodeaba parecía salir de ella misma. Cada movimiento de su vestido blanco, con filamentos dorados, hipnotizaba. Su brazalete Heterihum brillaba con un resplandor expectante, como si él pudiera sentirlo.

Chums se acercó un paso. Su mente y corazón estaban llenos de asombro.
—Zaira… pareces un sol en forma humana —susurró.

Ella le devolvió una sonrisa suave.
—Y tú pareces a punto de desmayarte.
—Estoy bien. Creo.
—No lo creo —dijo ella, dulce y segura—. Te conozco.

Chums respiró hondo.
—Zaira… antes de que empecemos… hay algo que…

Pero ella le tomó las manos:
—Hoy no hay miedo, Chums. Solo nosotros. Lo demás… después.

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1.5 El regalo de Budry

Budry se acercó tímidamente, temblando. Chums lo miró curioso mientras el amigo desplegaba un corazón de cristal verde. Zaira lo tomó entre sus manos, los ojos brillantes de emoción.

Chums sintió una mezcla de orgullo y ternura: Budry siempre encontraba la manera de tocar el alma de todos, incluso en medio de tanta solemnidad. Rongo maulló en aprobación.

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1.6 Los votos del sol

El sacerdote solar levantó el báculo. La luz dorada llenó el altar. Chums sintió cómo cada palabra del ritual resonaba en su corazón.

Zaira habló primero, sus manos entrelazadas con las suyas:
—Juro proteger tu espíritu cuando la razón falle… ser tu refugio… tu ciencia…

Chums apenas pudo contener la emoción.
—Juro luchar por ti incluso si el Refugio cae… ser tu fuerza y tu hogar…

La luz descendió sobre ellos, cálida y dorada. Chums cerró los ojos un instante, absorbiendo cada sensación: la mirada de Zaira, el canto de los Guardianes, el orgullo de su madre, la solemnidad de Rongo. Todo se fundió en un solo momento eterno.

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1.7 El beso que detuvo el Refugio

Chums tomó el rostro de Zaira entre sus manos.
—¿Puedo…?

Ella lo miró y le dijo solo:
—Solo hazlo.

El beso los unió. La catedral vibró, los vitrales explotaron en colores. Chums sintió una alegría tan intensa que casi le dolía.

Pero, entre la euforia, lo vio otra vez: la silueta negra en el vitral principal, observándolo solo a él.

Sin rostro. Sin nombre. Sin respiración.

Un frío le recorrió la espalda, y un pensamiento helado cruzó su mente:

"El eclipse se acerca… y vendré por ti."

Chums apretó a Zaira con más fuerza.
—Juntos, Chums. Lo que sea —susurró ella.

Y Chums supo, en lo profundo de su alma, que hoy había ganado algo más que amor: había encontrado un propósito por el que luchar, y alguien por quien luchar… para enfrentar incluso la sombra que ya lo acechaba.

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Capítulo 11 – El Guardián que Desafió a un Dios

La bruma matinal rodeaba la Muralla como un velo fantasmal. A lo lejos, el canto de un cuervo rompía el silencio, presagiando lo inevitable. En lo alto de la torre este, Chums, el nuevo Guardián, contemplaba el horizonte con su lanza firmemente clavada a su lado.

Sus ojos, endurecidos por años de batalla, no habían perdido la chispa de aquel niño que soñaba con proteger a su familia.

Chums (pensando):
"Padre... ¿acaso también temías cuando el enemigo se acercaba y tú debías aparentar fortaleza? Hoy te entiendo más que nunca."

 

Flashback: La Última Sonrisa

El hogar vibraba con una calidez que ahora solo existía en los recuerdos.

Budry (gritando):
—¡No entienden nada! ¡Papá nunca debió morir! ¡Y ustedes... ustedes solo siguen como si nada!

Chums:
—¡Budry, ya basta! ¡No eres el único que lo extraña!

Budry (con lágrimas en los ojos):
—¡Entonces dime por qué no hiciste nada! ¡Eres el Guardián ahora, ¿no?! ¡Protégenos, como él lo hacía!

El portazo retumbó como una sentencia. Budry corrió hacia el bosque, su pequeño corazón buscando un rincón donde el dolor no lo alcanzara.

Alice (con voz temblorosa):
—No seas duro con él... tú también tienes ese dolor guardado.

Chums (mirando por la ventana):
—Y es por eso... que debo mantenerme firme.

​

1. El Presagio Oscuro

Esa noche, el viento dejó de soplar. Rongo, inquieto, salió corriendo hacia el bosque. Algo no estaba bien.

Chums (cogiendo su lanza):
—Rongo... ¿qué sientes?

Entonces lo vio. Una silueta en medio del campo. Una presencia antinatural. Un aura tan pesada que hacía que incluso la tierra temblara.

Moros:
—He llegado, Guardián. Vengo por tu cabeza... y por el eco de tu linaje.

Chums (con el corazón latiendo como un tambor de guerra):
—¿Quién... quién eres tú?

Moros (riendo lentamente):
—Soy Moros, Dios de la Destrucción y la Penumbra. Y hoy, todo lo que amas será cenizas.

​

1.2 El Combate Imposible

Chums cargó primero. Su lanza brilló con un rayo dorado, cortando el aire con violencia. El impacto... fue nulo. Moros ni siquiera se movió.

Chums:
—¿Qué eres…?

Moros (golpeando su abdomen):
—Soy lo que tu padre no pudo destruir. ¿Creíste que eras diferente?

El golpe lo mandó volando. Chums se estrelló contra los árboles, sintiendo cómo sus costillas crujían bajo la presión.

Desde el suelo, jadeando, lo vio dirigirse a su casa.

Chums (gritando):
—¡NO! ¡ALICE! ¡RONGO!

Con fuerza sobrehumana, se levantó. Cada paso era una lucha. Cada respiración, una agonía.

Chums (cerrando los ojos):
"No moriré... no hoy."

​

1.3 FASE 1 – PODER DE LOS GUARDIANES

(Capítulo dentro de “El Guardián que Desafió a un Dios”)

“Los héroes no eligen cuándo caer. Solo que, al hacerlo… lo hagan por algo más grande que ellos mismos.”

La sangre de Chums dibujaba líneas rojas sobre la tierra, como si el propio mundo llorara su dolor. Su lanza, astillada, apenas se sostenía. Frente a él, Moros, el Dios de la Penumbra, avanzaba. Sin prisa. Sin piedad.

Chums (jadeando, con lágrimas en los ojos):
—…Padre… dime que valió la pena…

Sus dedos temblaban. En su mente, destellos cálidos:
—El aroma de la comida de Alice,
—La risa torpe de Budry,
—Rongo durmiendo a sus pies.
Ahora todo eso parecía tan lejano. Tan… perdido.

Entonces ocurrió.

El cielo rugió.
Una luz dorada descendió como una lanza divina. El metal roto flotó. El aire vibró. La lanza se recompuso, envuelta en fuego celestial.

Narrador:
—El linaje de Hadam no muere. Resiste. Espera. Y cuando el alma está por romperse… despierta.

Chums (poniéndose de pie, con el alma en llamas):
—¡NO!
—¡NO ME RENDIRÉ!
—¡SOY CHUMS, HIJO DE HADAM, ÚLTIMO ESCUDO DE REFUGIO DEL SOL!

Su cuerpo se rodeó de un aura dorada que quemaba incluso al viento. El suelo se partía bajo sus pies. Su lanza crujía con energía pura.

Moros (deteniéndose por primera vez):
—…interesante.

Chums (con mirada feroz):
—¡Fase Uno… activada!
—¡¡LEGADO DEL TRUENO INMORTAL!!

​

1.4 Danza de Dioses

Chums se lanzó como un rayo. Cada golpe abría grietas en la tierra. Su lanza cortó la carne divina de Moros. El dios rugió. Lo empujó. Pero Chums se impulsó en el aire, girando como un relámpago de ira.

Chums (gritando):
—¡Juicio del Centinela!

Un torbellino de energía lo envolvió. Cada estocada contenía siglos de historia, cada paso el peso de su linaje.

Moros (retrocediendo):
—¡¿Qué clase de humano eres?!

Chums:
—¡Uno con algo por lo que morir!

​

1.5 Técnica Final – Destello Demoledor: Furia del Trueno

La lanza de Chums se alzó al cielo, formando un círculo de relámpagos. Los truenos dejaron de sonar… como si el mundo contuviera la respiración.

Chums (en un susurro):
—Esto es por Alice…
—Por Rongo…
—Por Budry…

Sus pies dejaron el suelo. Una silueta gigantesca de luz —Hadam, su padre— se alzó detrás de él. Un rayo de alma.

Chums (gritando):
—¡¡FURIA DEL TRUENO… DESTELLO DEMOLEDOR!!

La lanza bajó, como un juicio divino. Atravesó a Moros. El dios sangró. Por primera vez… gritó.

​

1.6 La Muerte del Guardián

Silencio.
El cielo lloraba electricidad.

Chums cayó de rodillas. La lanza se apagó. Su cuerpo temblaba. La sangre brotaba por cada poro. No quedaba nada. Solo fe.

Chums (mirando el cielo):
—¿Padre…? ¿Lo hice bien…?

Moros, herido, pero vivo, emergió entre el humo.

Moros (sonriendo con crueldad):
—Eres fuerte… pero estás solo. Siempre lo estuviste.

Moros lo tomó del cuello. Chums ni siquiera luchó. Su cuerpo colgaba. Solo miraba su casa… ardiendo.

Chums (con los ojos llorosos):
—…Alice… lo siento.

Moros lo estrelló contra el suelo. Luego lo levantó, y con una mano, atravesó su pecho. Un crujido húmedo. Una exhalación final.

Chums (escupiendo sangre):
—…Budry… por favor… vive.

Moros (acercándose al oído):
—Tu linaje termina aquí.

Chums (con una sonrisa débil):
—…No… termina…
—…comienza.

Moros se alejó. Chums arrastró su cuerpo ensangrentado, hasta donde yacían Alice y Rongo. Los abrazó. Con su último aliento, lloró… en silencio.

Y allí, bajo una luna ensangrentada por fuego…
cerró los ojos.​​​​​​​

FIN

HABILIDADES

​

Estilo del Relámpago Guardián

Una técnica ancestral pasada de generación en generación. Rápida, precisa y devastadora. Fusiona electricidad con maniobras de lanza cuerpo a cuerpo.

 

Fase 1: Despertar del Linaje

Activa un estado de poder incrementado, donde su cuerpo es rodeado por rayos dorados. Velocidad y reflejos aumentados x4. Sus ataques pueden romper campos mágicos básicos y armaduras menores.

 

Torbellino de Centinela

Ataque giratorio con su lanza imbuida de energía elemental. Puede destruir hordas enemigas o repeler hechizos.

 

Destello Demoledor: Furia del Trueno

Su técnica final antes de morir. Canaliza todo su maná en un solo golpe. Causa una onda expansiva capaz de destrozar estructuras de piedra.

 

​

ESTADISTICAS BASE (MODO NORMAL)

​

AtributoValor

Fuerza  /  7.2/10

Resistencia  /  6/10

Velocidad  /  5/10

Inteligencia táctica  /  7/10

Control elemental  /  7/10)

​

​

​

ESTADISTICAS (FASE 1: PODER DE LOS GUARDIANES)

​

AtributoValor

Fuerza  /  10/10

Resistencia  /  7/10

Velocidad  /  10/10

Control elemental  /  10/10

​​

​

PODERES ÚNICOS

Voluntad Inquebrantable

Incluso ante el dolor extremo, Chums puede mantenerse de pie unos segundos más, movido solo por el recuerdo de su familia. Este efecto es tan fuerte que puede resistir técnicas mortales durante un corto tiempo (efecto "último aliento").

​

​

FRASES ICONICAS

"No moriré aquí. Aún me necesitan."

"La fuerza no es un don... es una maldición que acepto con honor."

"Dioses... ustedes también sangran. Eso significa que pueden caer."

"Mi lanza es la voz de los caídos. Y hoy, grita tu nombre."

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